viernes, agosto 04, 2006

Peter Pan

¿Nos atreveremos a viajar con nuestra inocencia a ese maravilloso “ Nunca Jamás" ?
Peter Pan

Vi Peter Pan hace ya muchos años, me conmovió mucho la película por el enfoque utópico que se escapaba de lo que comúnmente acostumbramos a digerir con ese término. La quimera manifestada apelaba a la puerilidad de cada uno y a los años tempranos cuando la vida se nos presenta tan sencilla como la palabra alegría. Por esos años no debemos preguntarnos cómo y cuándo realizaríamos en nuestra vida el camino de la felicidad, basta con vivirla y no buscar pretextos para ella, pues la felicidad es – como dice Borges – lo único que se justifica por si mismo.
En Peter Pan la idea de la eterna niñez se filtra en cada personaje que viaja a la tierra de Nunca Jamás. Ese mundo que puede o no existir, tanto en alguna estrella lejana o seguramente en la imaginación infinita de un niño que nos conmueve por su magia y fantasía. La convivencia de los malvados piratas capitaneados por Garfio hace un juego tan equilibrado con la magia de los demás cohabitantes de aquel territorio que se estructura contrastante a los agitados vientos de nuestros días. Esa mención nos indica de forma subjetiva que un niño conoce la clara distinción del bien y el mal. Aquel mundo tan magnífico en diversidad, representa la penetrante conjetura infantil, capaz de calibrar mundos ilusorios llenos de retórica y solemnidad, pero que a la vez se dejan mezclar los elementos sencillos de la naturaleza, la literatura, la historia y la mitología.
El niño entonces pasa a ser un creador más. También irrumpe como un espectador fascinado, pero crítico. Si no le convence lo que ve no evitará ocultar su repudio y de la misma forma que se construyó un mundo sin gracia ni carisma, tenderá a desaparecer agotando sus propios recursos.
La capacidad pueril creadora no se manifestará cabalmente en la concreción artística de su expresión. Sino en la composición de mundos secretos, llenos de la magia propia de nuestra infancia.
Ahí es donde Peter Pan logra establecerse como una obra didáctica y dialogante. Interpreta sin exagerar y rescatando la sencillez de la filosofía infantil sus propios mundos. Al mismo tiempo cumple con ser un estímulo de confecciones nuevas para los adultos, al mostrarnos con la riqueza de nuevas y mágicas tierras lo dulce de nuestros primeros años.