jueves, enero 08, 2009

Cuando se dijo "God save America"

Me encuentro en un territorio extraño a mis modos, una selva artificial (si se quiere en el mejor sentido del término). En un país en crisis y con un presidente electo enarbolando esperanzas -que por cierto existen- pero a las que hay que ser bastante escéptico aún, son muchas las interrogantes que se plasman.

Nadie que haya nacido fuera de cuatro paredes puede sentirse ingenuo ante las maneras extrañas, pero tampoco puede pedírsenos que carezcamos de un mínimo de sentido común y capacidad de sorprendernos. En la nebulosa extraña que es USA (sic) me he visto enfrentado al conversar con sus ciudadanos a comprender sus propias contradicciones. Al encontrarme en un Estado del norte aprovecho lo que puede ser un filtro parcialmente eficiente si se quiere generar una idea más o menos acertada de lo que se indaga: impresiones menos mistificadas del mito estadounidense.

Este país ha generado un pensamiento transigente sólo de sí. Hay en sus personas una autoconciencia y un sentido de pertenencia exaltado pero a la vez autoreconocido y legitimado. La idea de nación acá no es inmaterial, menos la de Estado. Pariese recordarme esto a las antiguas polis griegas, en las que su propia contradicción era parte de lo helénico, el modo ateniense y el modo espartano eran concluyentes en la cosmovisión. Acá parece actuar un sistema similar: el sur y el norte permanecen en una confrontación ideológica permanente. Si mirásemos al estadounidense promedio veremos que posee rasgos comunes, impresos en sus propias monedas: los quarters. Llegando a éste punto es donde busco no caer en clichés, pues el siglo pasado aportó un espacio común en el pensamiento antiestadounidense, de la misma manera como muchos acá vanaglorian el tono americano sin un mínimo de comprensión todo lo que ha matizado Occidente (en su sentido más amplio).
Es un juego de roles tal vez, donde cada individuo ha preferido el sistema de vida que le es más aconsejable. Tiene algo de mercantil si lo vemos como una feria donde puedes tomar la forma que más te plazca. Pero si hay algo que me parece permanente es el sentido de la contradicción pero hecha material en valores que se practican y cultivan. Entiendo por ella -a la larga- una duda existencial que se debe desenvolver inconcientemente con el transcurso de la historia, con el cumplimiento de un destino manifestado. Acá se observa algo que pareciese funcionar, una enorme maquinaria de distintos papeles que se cumplen. Pero se me mantiene a pesar de ello una duda, porque si bien todo ciudadano comprende ese rol que le cabe y que se forja... me inquieta el no reconocer en su punto más medular qué rol es el que se atribuyen ellos mismos como grupo.

En fin la atmósfera parece ser aquella: la contradicción; mientras que lo transversal que da sentido a ella todavía no se dilucida.