viernes, octubre 05, 2007

Morir o Suicidarse

En la Universidad, mientras imprimía un libro de Victor Frankl me leía la columna de Squella en el Mercurio. No era nada de mala, un tanto científica para examinarla luego de la prueba que había tenido.

El tema central en que se daba vuelta era el suicidio, lo calificaba como la decisión más radical que un hombre puede tomar. Así mismo, sugería que el cambio al cual se somete el finado es también la travesía más larga y frenética jamás imaginable. Desarrollaba todo una visión celular o algo similar acerca de que podríamos contener ciertos patrones, algo así como células predestinadas, conducentes o al menos, propensas a la depresión y a cualquier consecuencia de ella, incluido el suicidio. Es más, exponía una reciente investigación acerca de que nuestro propio pensamiento es una mera determinación genética: ¡trágico aquello!…



Pero atengámonos al tema de la muerte, ya que parece más productivo aquello de pegarnos un tiro que nos atraviese de lado a lado que escribir acerca de investigaciones científicas de dudosa procedencia, al menos a ciertos personajes – políticos, filósofos, uno que otro literato – les ha generado una no envidiable cuenta de veneraciones, todo tipo de recuerdos y conmemoraciones varias. Ya lo sugirió Bukowski, mejor hacer algo con estilo a la manera de Hemingway que se pasó toda una vida juntando valor para chantarse una bala en la cabeza porque una enfermera de la Guerra Mundial que le tocó pelear – no recuerdo cual- lo dejó botado prefiriendo irse con un médico, el mismo que le había salvado, en la misma guerra, la pierna de un principio de gangrena.

Pero si es el suicidio una muerte con una etiqueta adosada con un mensaje que suena a tener escondido un testamento secreto, prefiero morir como el viejo del cuento de Fontanarrosa que asistiendo al estadio más como un raptado que por voluntad propia, termina gritándoselo todo, cantando, tomando del buen mate, para finalmente morir seco y sin sorpresa alguna, sino legando una pura y burlona envidia a todos los muchachos que lo vieron derribarse.

1 Comentarios:

Blogger MyM dijo...

Existe elegancia en el suicidio. No puedo negarlo. Es quizás la única acción que nos compete totalmente, o ni tanto, pero es tan emblemática de lo que es la libertad total de elegir.

El asunto es que nunca hay un suicidio. Por ejemplo, Susan Sontag, hablando de un escritor que ahora no puedo recordar, citaba que "uno no se mata nunca por UNA mujer, sino por todas y cada una de las mujeres".

También, y escribí de eso hace poco porque me llamó muchísimo la atención, hay culturas en las que uno se suicida CONTRA alguien, como una suerte de desafío...

7:38 p. m.  

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