lunes, diciembre 31, 2007

El autodidactismo y sus posibilidades

Vale la pena interrogarse acerca de ciertos temas por lo pronto poco citados. De esos que no trasuntan plenamente en lo literario ni tampoco en la etiqueta de lo pedagógico. La cuestión es fácil si se aborda simplonamente, con aires especulativos y no puntuales, de una manera espontánea y no armada.

El autodidactismo es la forma en que un individuo es capaz de forjar su propia educación, no bien desde un principio pero al menos desde una etapa intermedia o incluso, en una posterior enseñanza que se inicia luego de la misma propiamente considerada, es decir, como método post-reflexivo y no como un aliciente.

Es interesante observar la importancia de esta última educación, en gran medida subvalorada o negada al seno de una sociedad industrializada y con aires de post-modernismo. La autoescuela que puede tener variadas ventajas: libertad de hora, currículo, lugar, extensión, etc. consta de una – que a mi parecer- es la prima ventaja de dicho método: la creatividad.

Kant, al definir la ilustración, señalaba el hecho de destruir el sello que pudiesen dejar nuestros preceptores en nosotros, nos invocaba de manera casi exagerada despojarnos de lo pretérito para en definitiva poder pensar por uno mismo. La invitación, aunque considerada en otros términos, me parece provechosa en cuanto consideramos interesante escudriñar sobre nuevos métodos y perspectivas.

A partir de ello la lectura puede sufrir interesantes modificaciones no en su forma, sino nuevas aproximaciones desinfluenciadas de lo que puede denominarse el polvo que ensucia los libros. Esto es, las excesivas aproximaciones que se hacen sobre las obras que terminan por degenerar su sentido natural y obvio. Claramente lo anterior se puede entender sin desconocer necesariamente que una obra que elevada – esto es subjetivo al menos en la mayoría de los textos literarios- a categoría de sublime pueda despojarse de ese mismo polvo que el excesivo eruditismo pueda serle afecta.

Entonces y volviendo a lo anterior, es llamativo que una educación que se es dada por el propio seno, por la propia metodología, en base al propio fin desinteresado, pueda tener réditos ampliamente provechosos y no sólo para el educado, pues además propicia nuevas influencias en otros a partir de sus propias aproximaciones que en algún modo y en gran esencia están desprovistas de toda raíz o aire que pueda contaminar su originalidad.

Lo anterior, claro está, será más riquísimo si es capaz de rescatar lo pretérito, pero como señalamos anteriormente de forma desprovista y sin cargas que no le son propias. Lo interesante en ello es la reintegración del texto y de los distintos elementos estudiados, pero ahora bajo otro prisma y con nuevas voces.

Allí radica el valor del autodidactismo, en ser faro de nuevas luces que guíe incipientes reflexiones atinadas a lo verdaderamente valorativo – si es que existe- y que en medida alguna, transmute –o reelabore- las viejas interpretaciones haciendo más rica a la literatura.

lunes, diciembre 03, 2007

Borges y el sueño de un grande