jueves, enero 12, 2006

Un Encuentro En La Biblioteca

"El hallazgo afortunado de un buen libro puede cambiar el destino de un alma"
Marcel Prévost



Apurado crucé el umbral que se exhibía en la entrada de la biblioteca, saludé sin mucha atención a quien haya estado en la recepción de aquel imponente edificio céntrico y sin mayores contratiempos me introduje por las distintas estanterías repletas de libros que se enfilaban ordenadamente en aquella inmensa sala.
Tenía claro a que iba, por lo mismo caminaba rápido para encontrar aquella novela corta tan recomendada entre mis pares de la universidad. Buscaba La Metamorfosis de Kafka, según muchos una obra maestra de nuestros tiempos. Para mí, una mera recomendación.
Mientras me escabullía por los prolongados pasillos buscando la etiqueta con la inscripción Literatura Universal, repentinamente me encontré con una mirada serenamente jovial que chocaba con mis ojos gastados por el cansancio y el estrés. Me detuve inconscientemente, algo me estaba ordenando hacerlo. Aquella hermosa niña me observaba sonriente desde el final de un pasillo lateral. Tenía un libro en sus manos, el cual hojeaba sin mucho interés. Me quedé pávido, como un torpe cobarde que no sabe cómo actuar frente a una mujer. Cuando tuve conciencia de lo que estaba haciendo simplemente apuré aun más el paso. Seguí andando sin siquiera recordar el motivo de mi visita a éste lugar. A los pocos segundos me vi enfrentado a una muralla blanca que le ponía fin a la enorme sala. Sólo ahí recordé a Kafka y su gran novela.
Ya había quedado bastante perturbado con lo sucedido con aquella joven y con mi necia actitud, debí regresar donde la bibliotecaria y que ella me orientase para encontrar lo que andaba buscando. Reinicié mi marcha ya como por tercera vez y me introduje a través de un pasillo ancho donde se habían colocado mesas para el uso de cualquier estudioso. Repentinamente, mientras pasaba por aquel corredor observé un pequeño libro sobre una de estas mesas. Estaba abierto y en él, un poema que se titulaba Ella Dice. Fue tanto el delirio en mí ante lo que estaba leyendo, que simplemente lo tomé, me dirigí hacia el libro de un autor conocido y los intercambié. Volví a la mesa y coloqué el libro abierto en el poema Definición de Amor. Salí casi corriendo de aquella sala, quería irme sin haber tomado nada de ella, sintiendo mi más profundo orgullo quebrantado, me detuve, caminé un rato y volví a aquella mesa.
Ya no estaba mi libro, más bien se sostenía otro que también estaba abierto. En él, un poema que comenzaba Si tú me miras, yo me vuelvo hermosa… y así seguía declamándose con maestría. Más tranquilo ahora, sin sentirme tan torpe como la primera vez, pero igualmente sorprendido procedí a actuar de la misma manera. Saqué el libro de la mesa y busqué algo de mi agrado que se iniciaba
Para mi corazón basta tu pecho, para tu libertad bastan mis alas…
Comprendí que debía abandonar el pasillo, así fue como me dirigí a una cafetería para comprar unas galletas de chocolate y caminé de regreso. Sin sorprenderme me encontré con un nuevo libro, que también estaba abierto y que también aguardaba un poema para mí, el cual terminaba y en la calle codo a codo somos mucho más que dos. Cuando lo levanté para reemplazarlo por otro que ya tenía pensado, me encontré que bajo su dura tapa de género había un pequeño papel de cuaderno doblado, no lo miré mucho, tampoco quise pensar de qué se trataba, simplemente lo guardé en mi bolsillo. Me dispuse a buscar otro libro, el cual sabía exactamente donde se encontraba. Lo dejaría igual que los demás, con una nota escrita en un papel de cuaderno y lo abriría sobre un poema que terminase implemente en Poesía... eres tú.

1 Comentarios:

Blogger MyM dijo...

Miguel, qué quieres que te diga, no puedo ver un poema de Benedetti. Creo que ibas por algo pero te perdiste. Tal vez necesito una segunda lectura y ver otras cosas, interpretar un poco. Pero en términos generales, me parece bueno que no prolongues demasiado.

Una biblioteca que interpreta al lector me parece una idea llamativa, mira qué otros giros puedes darle. Obvio que se ve medio realismo mágico-no mágico. But what the fuck, who cares? Con tal que no te pongas como Isabel Allende, que no tiene idea de qué cresta está hablando cuando le preguntan por el realismo mágico.

Corregir, corregir, corregir. Just that...

Saluts a toi

6:48 p. m.  

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