jueves, noviembre 10, 2005

La Repetición No Existe

"El que conoce el arte de vivir consigo mismo ignora el aburrimiento"
Erasmo de Rotterdam


El caer en la repetición de la rutina es sin duda, uno de los terrores más desconcertantes entre los hombres. Esa única y mísera posibilidad de que cualquiera puede ser testigo o protagonista directo de sus cadenas espanta hasta los más osados. Ahí nos vamos trasformando muchas veces en seres dirigidos por la tiranía de la inercia, la que nos manipula y maneja de acuerdo a las acciones netamente prácticas, dejando de lado aquellas que nos provocan goce espiritual e interno. Ahí es lo más peligroso, empezar a perder el sentido de la corriente, de nuestra corriente, la que nos convoca como hombres, aquella que nos eleva y nos propone subir un escalón y derrocar cada día al dictador que llevamos dentro.
Pero el miedo y pavor que surge a partir de la sola mención de la palabra “rutina”, hace que muchos se pierdan del concepto real de las proporciones de la vida diaria. Empiezan a aislarse de toda estructura y composición que nos limita necesariamente a prolongarnos a una visión cosmopólita las cosas. Nos encierra en le mundo del paso a paso, donde nos vemos más allá de nuestras propias narices, porque aunque dejemos toda cercanía al automatismo de la inercia, nos extremamos a compartir con el descarrilamiento de nuestros sentidos y experiencias.
Volviendo del otro horizonte posible, los quiero centrar en un ejercicio práctico y decidor, donde sólo hace falta un instante de paciencia y la remembranza del día anterior. Si buscamos entre todas las semanas de nuestra vida, entre cada acción que hemos realizado dentro de alguna de ellas, puedo asegurar que no habrá día igual al otro. Más aun, no hay jornada de sol a sol que no tenga un hecho significativo, o sea, podremos diferir en la trascendencia de “significativo" pero es evidente que nunca dejaremos de encontrar algo distinto en cada día. Siempre habrá algún comentario, una enseñanza, una risa, que nos convocará al nivel más alto de comprensión de esta vida.
En fin, la rutina no se le debe enfrentar con incertidumbre, porque significa entregarle parte de lo que quiere, porque nos hace menos hombre y mujer, como dice Calderón de la Barca: “no es hombre el agraviado”, en este caso la ofensa es de uno mismo, a favor de la rutina, pues ella no sabe hacer mal, es parte de la naturaleza y no vengamos con cosas extrañas, el mal surge sólo del hombre. Nada se puede construir o crear contra su poder, por eso abastecernos de sensatez y equilibrio podría ser el lema de la prolongación de nuestra vida diaria. Donde lo bueno y lo malo pase tan sólo, por lo que se hace y nada más.

=Miguelius=

Lectura Recomendada: “Colmillo Blanco” de Jack London

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