miércoles, noviembre 09, 2005

El Aeropuerto Internacional

"A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante"
Oscar Wilde


Hoy me encontré con uno de los sentimientos que más me llama la atención. Lo enigmático de esta sensación es que no tiene nombre o al menos, no la he podido llamar por éste, definiendo una incapacidad en mí, que espero yo, sea sólo producto de mi inmadurez. Posee algo extraño, una cosa positiva pero que me suele causar nostalgia de todo. Es como un año nuevo, sabes que tienes la oportunidad de empezar todo de cero pero también nace algo que te hace extrañar el pasado. Ese carácter de bondad y esperanza que me incumbe es lo más controversial de todo, pues no es materia de un pomposo arreglo de discurso político, donde se nos pronostica la venida de la “gran felicidad” (juntos podemos, alas para todos, estoy contigo, crecer con igualdad), sino que es peso para aterrizar a nuestra propia tranquilidad.
Ese sentimiento aflora de manera tácita pero estridente cada vez que me acerco al Aeropuerto Internacional, específicamente al ver los aviones suspenderse en el aire, tan lejos que parecieran escaparse de la misma realidad. Se ven frágiles, siendo monstruos de potencia. Se elevan, más y más, empieza a ser una fuga de caminos, de sueños, de testimonios, en fin, empieza a ser una fuga de fugas. La lentitud con que penetra el aire es lo más emblemático, significa todo lo que arraigamos al suelo, a ese soporte de experiencias y errores de los cuales somos conquistadores y no podremos eludir nunca más, pues quererle hacer un quite a eso, es desconocerse en lo más integral.
El motivo de cada reflexión nace a partir del misterio de querer cazar cada una de las historias de esos pasajeros. Sus despedidas, pronósticos, realidades, anclas, componen un concierto de incertidumbres magníficas. Es internarse en un mar de abismos y cordilleras, donde debes lanzarte y esperar, esperar la gloria, el fin o tal vez, ¿Quién sabe?, un perdón que no llegará jamás. He ahí, esa nostalgia, un nudo en el estómago que te deja vacío de trabas o miedos, que te abre ansias y perspectivas inexistentes, las cuales sólo conocerá tu inconsciencia viajera y trotamunda, a la cual nada le estorba.
En conclusión, cada partida tiene un sonido diferente, incluso una perdida de silencio, que hace estallar una bomba de curvas, de las cuales nunca sabrás si sales vivo o no.

=Miguelius=

P.E: Lectura recomendada à “El relato de dos ciudades” de Charles Dickens

2 Comentarios:

Blogger MyM dijo...

Pongámosle un nombre. O más bien, le voy a poner arbitrariamente el nombre de Simultaneidad.

¿Cuántas personas dejamos de conocer en un día? De la misma manera, hay una infinidad de posibilidades en el mundo. Tantas, que llega a ser abrumador. Pero si la vida fuera como una película...

Beware of silence. It's like god: people just assume it exists

XOXO
Matías

5:39 p. m.  
Blogger MyM dijo...

Si lo mostrado es, o no, un 'lado B' del colegio, es más que debatible. De que es un reflejo de lo que somos, podría estar más seguro. Sin embargo, es cierto que no somos constantemente decadentes o poco imitables; yo diría que lo somos de manera progresiva...

Saluts

5:24 a. m.  

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